4. EL JUEGO Y LA ESCRITURA
Hoy
en día el juego en la enseñanza de los niños y niñas es fundamental ya que
debemos estimularles, ofrecerles la posibilidad de acceder al lenguaje escrito,
pero no atormentarles, ni clasificarles, ni exigirles a todos unos
conocimientos iguales; y que comprendan
que utilizar la escritura y la lectura sirve para comunicar, para gozar y
disfrutar con ella, ya que ellos la rechazan
cuando se les impone y se les desmotiva con calificativos negativos.
En
la enseñanza aprendizaje de la lectura y escritura se utilizan diferentes
estrategias, las cuales están orientadas dependiendo de los resultados de estudio
y experiencia por parte de los docentes hacia su grupo; el diagnóstico siempre
nos va a orientar y de esta manera vamos
a aplicar técnicas significativas, integradoras.
Entre
las estrategias podemos incorporar el juego, aplicando el razonamiento. El
juego es la actividad más importante y
agradable con la que cuenta el ser humano. El juego en el aula sirve para
fortalecer los valores: honradez, lealtad, fidelidad, cooperación, solidaridad, con los compañeros
y debe estar atento para entender las reglas,
la reflexión, la búsqueda de alternativas.
4.1 Importancia de la escritura en la escuela
Dice la licenciada Lizeth
Murillo Mayorga - Bibliotecóloga y archivera - Archiveros Comprometidos Oruro
(ACO). En la escuela es elemental la
lectura. Es considerada como la herramienta más importante del aprendizaje
porque orienta y estructura el pensamiento. Leer es comprender, interpretar y
relacionar un texto y es más eficaz si se lo relaciona con otros conocimientos
y experiencias cercanas a los niños.
Para ellos en la escuela primaria, la lectura comienza como una
aventura ya sea de fantasía o realidad, claro que predominan las de ensueño y
se vuelven más significativas cuando se la integra con vivencias personales. El
niño debe iniciar el aprendizaje de lectura durante sus primeros años de
actividad escolar, lo que ayudará a convertirlo en un lector hábil, por lo cual
es importante crear las bases apropiadas para que adquiera nuevas destrezas en
el área de lectura. Los estudiantes usualmente inician este proceso en el nivel
de Preparatoria, desde donde ya se advierten diferencias en conocimientos y
aptitudes entre ellos, diferencias que se mantienen conforme van avanzando
hacia grados superiores, sino hay un proceso remedial (Blachman & cols.,
2004). Los niños cuando leen, no sólo aumentan su vocabulario sino son capaces
de lograr conclusiones y hacer predicciones, dar opiniones, hacer comparaciones
y más estrategias de aprendizaje.
El término "leer" se refiere al proceso de comprender el
material que se encuentra escrito, teniendo como objetivo encontrar su
significado. Para llegar a ser un lector hábil, el niño debe aprender a
utilizar las letras o códigos que utilizan en su cultura, que en forma de
sucesiones visuales representan diálogos. Por dicha razón, aprender a leer,
demanda la asignación de un sonido para cada uno de los símbolos visuales
representado en un texto (Ziegler & Goswami, 2005).
Desafortunadamente hay un criterio bastante generalizado en
nuestra sociedad, pues que las familias bolivianas no brindan a la lectura la
importancia que ésta tiene y merece. Es una realidad que aunque no la
quisiéramos aceptar, es cierta. Necesitamos hacer conciencia entre los padres
de familia, los profesores de kínder y escuela, sobre la importancia de
sentarse con los niños y leer. Mamás y papás deben conocen estrategias para
conseguir provecho de la lectura, como por ejemplo, que sus hijos lean en voz
alta los cuentos, fábulas o historias que les llame la atención y les guste;
los oyentes deberán realizar preguntas sobre lo leído para así atrapar a los
niños al mundo de los libros y hacer de esta un hobby y no un terror.
Otra alternativa para los padres es la de llevar a sus hijos en
forma continua a la biblioteca escolar, donde siempre encontrarán textos
adecuados y en cualquier formato para los pequeños y los más pequeños. Tal es
el caso de la "Guaguateca", biblioteca infantil especializada en
niños y para niños, ubicada en la zona Norte en instalaciones del Instituto de
Aprendizaje Industrial (IAI) esa es la casita del saber, donde libros visuales
y didácticos son el deleite de los más tiernos de la casa. Con las bibliotecas como
contacto entre los niños y los libros no solo fomentamos la lectura inicial
sino también un canal más de acercamiento entre padres e hijos y una forma de
guiarlos al mundo de las letras.
Los niños tienen su rutina de lectura en la escuela, pero si ésta
no es consistente en la casa, el niño no dará a la lectura el valor real que
tiene como el medio esencial para su éxito escolar. No se trata de enseñar a
leer y escribir convencionalmente al niño sino de situarlo en contacto con el
material visual y escrito para poder ayudarlo a comprender la función de la
escritura, la necesidad y utilidad de leer y escribir. Cumpliendo con este
cometido alternativamente se hallan las "revistas", ya que el tiempo
sensorial en la que vivimos, las historietas y comics son atractivos a la vista
de niños y adolescentes por las representaciones gráficas y dibujos llamativos
que contienen. Su lectura es adecuada siempre y cuando sea permisible por los
padres, llamando la atención su poca lectura en unidades educativas.
La lectura del papá o la mamá con su niño, va acompañada de la
parte afectiva, lo que propiciará que en la edad adulta, relacione la lectura
con sentimientos de seguridad, contención y amor, los libros le evocarán
siempre momentos agradables de convivencia con su entorno familiar. En la actualidad se requiere que la enseñanza
de la lectura sea impartida de manera más amplia que en el pasado, si se desea
satisfacer las exigencias cada día mayores de la vida moderna. El
perfeccionamiento en el dominio de la lectura es un proceso de doble
orientación, evolutivo y continuo, por lo que un programa de lectura, a pesar
de estar basado en ella, no puede limitarse al desarrollo de técnicas básicas o
destrezas para la interpretación de símbolos, es necesario que la habilidad del
alumno para leer un material más complejo progrese, exigiendo asimismo, que
amplíe sus conocimientos y su capacidad para organizarlos (Brueckner, 1981).
La adquisición de la lectura y la escritura son experiencias que
marcan la vida del niño; de ahí la importancia de que pueda acceder a ellas de
una forma natural y tranquila. Leer y escribir se convierten en interacciones
divertidas y placenteras, en las que el niño puede disfrutar de sus logros y
aprender de sus equivocaciones. La lectura y la escritura tienen una función
social y cultural. Por eso un libro comienza dando al niño la importancia que
tiene como ser único, y relacionándolo con su entorno inmediato donde se
involucran aspectos relevantes e importantes de su vida. No hay excusa para no leer en casa, pues
además de cumplir con esta valiosa estrategia de aprendizaje, es una
oportunidad para que la familia se reúna y aproveche este tiempo para compartir
los éxitos y los fracasos de cada miembro de la familia, ya sea en su escuela o
en su trabajo.
Los períodos
correspondientes a las primeras civilizaciones, a pesar de que cuentan con
cantidad suficiente de material de análisis, presentan la dificultad de que el
mismo no se encuentra a simple vista y requiere el trabajo de arqueólogos para
hallarlo. Los documentos escritos, son un elemento fundamental para el
historiador, ya que informan en forma directa sobre los acontecimientos de la
época, las costumbres, formas de vida y sentimientos. Como las lenguas antiguas
son muy diferentes a las modernas, existen especialistas que se ocupan de
comprender el contenido de los documentos hallados, entre ellos se destacan:
• Lingüistas: Se ocupan de estudiar las lenguas antiguas.
• Epigrafistas:
Estudian las inscripciones hechas en piedras y construcciones.
• Papirólogos: Estudian las inscripciones hechas en papiros.
• Papirólogos: Estudian las inscripciones hechas en papiros.
El hombre comenzó a vivir
en grupos en las márgenes de los ríos, aprovechando sus márgenes formados por
tierras aptas para la práctica de la agricultura y la ganadería. La
construcción de diques y canales permitió mejorar estas actividades y
comenzaron los primeros intentos de comercio y transporte. En estas zonas se
construyeron ciudades y templos religiosos. El hombre distribuyó sus tareas y
se organizó económica y políticamente. Los pequeños poblados fueron agrupándose
hasta formar estados dirigidos por un jefe o rey rodeado por una corte de
varios miembros. Cada miembro tenía responsabilidades específicas:
• Representantes ante otras aldeas y ciudades.
• Jefes militares.
• Sacerdotes
religiosos.
• Administradores de
la economía.
Los lugares donde vivían
estas autoridades comenzaron a transformarse en ciudades, mientras el resto de
la población continuó viviendo en las aldeas y realizando tareas agrícolas,
ganaderas, artesanales e industriales.
“Hoy se lee más que antes”
Fabio Jurado, doctor en Literatura de la Unam y profesor de la
Universidad Nacional, explica cuál es la realidad sobre la comprensión de
lectura en Colombia. Según los resultados de las pruebas de Pirls
(Progress in International Reading Literacy Study), Colombia se
encuentra en los últimos lugares en comprensión de lectura. ¿A qué cree
que se debe esto?
No es cierto que hay un
nivel bajo de lectura. Es una falacia que está latente cada vez que se llama la
atención sobre la lectura; hoy se lee más que antes. Es necesario plantear que
cuando los niños y los jóvenes no tienen la posibilidad de estar en contacto
con textos genuinos, es natural que otros que sí tienen esa oportunidad les
lleven ventaja. Los estudiantes saben leer. Hay que darle un giro a la
pregunta: ¿qué es lo que no saben leer los niños y los jóvenes? Eso es otra
cosa. Que no saben leer el texto que les propuso el profesor de química, el de
física o el de filosofía; en efecto, si no tienen horizonte no podrán leer
adecuadamente. Uno lee bien cuando tiene horizonte o cuando sabe para dónde va.
Nadie puede leer si no se
señala una perspectiva: “Vamos a leer tal texto, en el marco del proyecto
pedagógico sobre los transgénicos”. Tanto el maestro como los estudiantes saben
para dónde van, qué van a indagar, lanzan preguntas alrededor del proyecto y
eso revela que los niños y los jóvenes sí saben leer. Estoy de acuerdo con los
estudiantes cuando no leen lo que les imponen, la lectura no funciona así. La
lectura es una práctica que transforma el pensamiento y que contribuye a la
cualificación de las competencias comunicativas a nivel oral y escrito; eso se
logra porque quien lo hace siente la necesidad de comunicar. Es entonces cuando
los profesores tienen que acompañar como interlocutores, ayudando a afinar las
preguntas, a escucharlos, poniéndose en su lugar, así tengan una redacción muy
irregular y así titubeen al hablar; si hay ideas en lo que se escribe o se
habla, ya hay un punto de partida para construir esa interlocución e ir
acompañando al estudiante a mejorar los modos de escribir y de leer.
Entonces,
¿cómo interpretar los resultados del estudio de Pirls? Los países que están arriba
de Colombia son aquellos en donde los capitales simbólicos y culturales son
amplios. Hay una tradición de lectura fuerte y la tradición escrita ha sido una
constante a través de la historia, a diferencia de Colombia, donde la tradición
oral es el soporte de la cultura; el acceso a la escritura está mediado por la
fuerza de la oralidad. Ahora bien, algo que nadie dice cuando se analizan los
ratings es que Colombia, con sus violencias y la inconsistencia de su
educación, aparece por encima de países con una economía muy estable, como
Qatar y Arabia Saudita.
En el caso de Colombia,
¿qué podemos esperar de su educación con estas relaciones sociales tan
desiguales y la falta de compromiso de los gobiernos con las políticas
educativas? Hay que ir a las escuelas de los pueblos en donde toman las
muestras para dictaminar los niveles de lectura. Por ejemplo, una escuela rural
en el Cauca, que está entre las montañas de El Tambo, aislada de los contextos
urbanos, en donde los niños de quinto son de baja estatura por la desnutrición;
no hay biblioteca, sólo libros escolares viejos; no hay computador, porque los
dos que recibieron, ya usados, se dañaron a los tres meses; al frente de la
escuela hay una montaña verde, espectacular, es verde de puro pino, pino cuyo
propietario es la empresa de papel Cartón de Colombia. Y me decía el director
de esa escuela: “Cartón de Colombia nunca nos ha traído un cuaderno ni un libro
para los niños. Explotan la madera en estas montañas para fabricar el papel
para los libros, pero no conocemos esos libros”.
¿Podemos
decir que continuamos enseñando a leer y escribir como hace 50 años? Hay una tendencia cada vez
mayor a abandonar los textos canónicos escolares, instructivos, y a trabajar
con textos genuinos y diversos. Por eso las editoriales escolares se quejan de
los descensos en sus ventas, frente a lo cual ofrecen premios para que los
maestros sigan pidiendo los libros de texto. Es horrendo vincular de manera tan
obsesiva a la educación con los intereses comerciales; estas editoriales no
consideran las perspectivas innovadoras y los gobiernos no controlan la calidad
en los enfoques. Los lineamientos curriculares y los estándares para las
diferentes áreas están a tono con los enfoques contemporáneos en educación,
pero los libros de texto los tergiversan, porque simplemente reciclan los
mismos contenidos de hace cincuenta años.
Hace poco me encontré en
una escuela con un libro de distribución gratuita para las escuelas públicas,
es decir, distribuido por el Ministerio, con los mismos esquemas del bla, ble,
bli, blo, blu para iniciar a los niños en la lectura y la escritura, cuando
esto lo cuestionamos en los lineamientos curriculares de lengua castellana. La
agencia gubernamental no es consecuente con lo que declara, porque los
lineamientos van por un lado y los materiales de lectura por una vía contraria.
Si a las escuelas en lugar de libros de texto llegasen antologías de poesía, de
cuento, de ensayo, de textos de divulgación científica, de materiales genuinos,
como en efecto este año ha comenzado a hacerlo el Ministerio —y sólo ahora—,
los muchachos volarían; porque el problema no es que los niños y los jóvenes no
sepan leer sino qué les ofrecemos para leer y para qué. Me asombra cómo les
encantan a los niños los libros, pero hay pocos en las escuelas rurales. En
muchas de estas escuelas los organismos internacionales que evalúan la
educación, como Pirls, Pisa o Llece, toman las muestras para dictaminar que
tenemos índices muy bajos en lectura, pero qué hemos de esperar si hay poco
para leer en estas escuelas y, de otro lado, los docentes se educaron a
distancia y la educación a distancia es de bajísima calidad.
En
las regiones apartadas de las grandes capitales, no sólo no hay bibliotecas,
sino que tampoco hay gente que incentive la lectura en los niños. Los ministerios de Cultura
y de Educación cuentan con programas para incentivar la lectura; cabe preguntar
qué tipo de talleres hacen. Es necesario trascender la visión de la lectura que
ancla la interpretación en lo literal para promover el placer de leer. No me
parece que insistir en el placer de leer contribuya a incentivar la lectura.
Para leer un texto, todo sujeto padece. Padecemos cuando tratamos de entrar al
universo semántico de un determinando texto, luchamos para entender los códigos
específicos del texto, leer es trabajar con el pensamiento; tenemos que ir y
volver y devolvernos, en una relación que nos asegura la comprensión.
Los talleristas fijan la
idea del placer de leer, pero obstaculizan el acceso a la comunidad letrada;
ingresar a la comunidad letrada implica tener las herramientas culturales y
textuales para hacer detonar el universo de los textos. Los textos se
caracterizan porque representan a través de las palabras y de las imágenes los
mundos en los que vivimos, pero estos mundos no aparecen en la inmediatez de la
lectura, son construidos por el lector. Los sujetos que de una manera muy
versátil y ágil navegan en los libros y viven el asombro cuando logran
descubrir los procesos manipulatorios de los sujetos que hablan en los textos y
reconstruyen los múltiples saberes contenidos en ellos, asumen el rol de
lectores críticos.
¿El
problema no sería, entonces, que los niños no sepan leer, sino que los adultos
encargados de guiar el proceso lector no sabemos leer? Sí, ese es el
planteamiento. Si empezamos desde ahora, en unas dos o tres generaciones habrá
cambios importantes. Colombia acaba de salir de una situación de analfabetismo
preocupante. Hasta los años sesenta, el analfabetismo en Colombia era delicado,
y sólo ha logrado avanzar hasta ahora en la cobertura en la educación primaria
completa y apunta hacia la secundaria completa y hacia el ciclo de educación
media, que es incompleta y superficial. La educación se transforma por décadas.
Vendrán generaciones más potentes en el modo de interpretar los textos. La
cantidad de personas que asisten a la Feria del Libro es una señal y lo que
vemos en las bibliotecas de Bogotá y de Medellín indica que la gente quiere
leer; pero no perdamos de vista las grandes carencias en las zonas rurales de
Colombia, en donde hemos padecido la guerra. Con el tiempo se va a demostrar
que no le atañe exclusivamente a la escuela el saber leer adecuadamente, sino a
las familias. Y en los casos de las familias fragmentadas, al Estado. Allí es
donde la investigación tiene que llamar la atención sobre la importancia de que
los talleres respondan a la formación de lectores críticos y no simplemente de
lectores alfabetizados.
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